VIII
"La leyenda cuenta que en estas tierras habitaron alguna vez personas; un asentamiento agrícola dedicado principalmente al arroz. De las aguas del Embalse los habitantes nutrían su cosecha, y en épocas de abundancia se organizaban celebraciones de gran algarabía en la plaza central, que podían durar semanas. La compulsión por controlar el agua del Embalse empujó a los ingenieros del pueblo a un único objetivo: construir la mas grande prisión de concreto para sus aguas. Motivados por el maximalismo y la ambición, los ingenieros obviaron las preocupaciones de los ancianos. Uno de ellos murmuró derrotado: «Las criaturas del Embalse son tan antiguas como sabias; su encierro es temporal, su escape inminente, su vida eterna». Los meses pasaron y la Represa seguía intacta e inamovible, a pesar de los fuertes vientos de la estación. Pero un día, de imprevisto, lluvias torrenciales inundaron al pueblo. A pesar de su lucha por sobrevivir el desastre, los ancianos sabían de lo inevitable: las grietas de la Represa no aguantaron la acelerada subida de las aguas del Embalse, y en un golpe devastador, una muralla de agua y concreto arrasó con la totalidad del pueblo. De por ahora en la Estepa, el Héroe creyó observar un pequeño trozo de concreto; y más aún, en el eco de la neblina, el Héroe juró escuchar las risas de niños jugando".