"Al amanecer, el Héroe se vió rodeado por la desoladora extensión de la Estepa. Los árboles que le acompañaban en el claro se desvanecieron. Un hilo fino amarraba al Héroe a la realidad y a la geografía, y sintió con claridad el temor posible y real de habitar estas tierras por una eternidad. Un ruido de agua silenciosa susurraba en todas direcciones; como una revelación, el Héroe descubrió frente a él las aguas del Embalse: un mar estático y profundo, un mar que habla en su antigüedad, un mar que en su fondo da vida a las criaturas de la Estepa. «Este es el sitio donde aprendí a nadar. Este es el sitio donde seré ahogado». Su ensimismada confesión conjuró una neblina, y ante el Héroe se presentó la inmensa arquitectura: la Catedral de Concreto".